Probando. Efectos de munición de escopeta.

Hace unos cuantos meses, casi un año, impartí un curso de manejo de arma larga destinado a la Policía Local de una importante localidad de la Comunidad Autónoma donde resido, aunque había otros asistentes de otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad locales y estatales. Un curso totalmente destinado al manejo de la escopeta como medio de intervención letal utilizable por FCS.

Dentro del desarrollo de este curso había una parte teórica en la cual se exponían, mediante presentación en pantalla, diversos efectos de la munición utilizable con este tipo de armas. Siendo consciente de que no es lo mismo que te lo cuenten a que lo veas, y que no es lo mismo verlo en imagen a verlo en directo, pues planteé la posibilidad de conseguir alguna chapa de metal. Mis anfitriones rápidamente enviaron a uno de los patrulleros a darse una vuelta y aparecieron con algo mejor que lo solicitado.

En las imágenes vamos a ver una aleta de un vehículo desconocido y el portón trasero de un vehículo Mercedes Benz ML63 sobre las que realicé una serie de disparos con diferentes municiones. La diferencia en estos objetivos estriba en su resistencia ya que una aleta (o guardabarros) no es un elemento estructural por lo que nos vamos a encontrar con una simple chapa de acero de 0’5 a 0’8 mm de espesor (media general en vehículos) sin refuerzo alguno. En el caso del portón sí veremos que internamente tiene nervaduras y refuerzos para dotarlo de rigidez y de resistencia estructural, añadiendo que además podremos encontrar otros elementos como mecanismos de apertura de puerta, motor de limpia-lunetas, etc., y que indudablemente pueden afectar al comportamiento de un proyectil de lo intente atravesar.

En el caso de estas pruebas, todas se hicieron a una distancia de unos 6 metros y buscando la perpendicularidad hacia el objetivo. Del mismo modo toda la munición (salvo una) tenía el mismo peso de carga proyectada: un total de 28 gramos.

Como primera muestra de efectos vamos a tomar una munición absolutamente inútil desde el punto de vista policial, el cartucho de perdigón. En este caso se ha empleado como objetivo la aleta de un vehículo contra la que se ha disparado (6 m) un cartucho de la marca SAGA 12/70 cargado con 28 g de perdigón de plomo de 7½ (2’4 mm), con una velocidad de salida de unos 360 m/s y energía de unos 1810 J según el fabricante.

 


Vemos la parte delantera y la parte trasera de la aleta. Esta ha sufrido la deformación que ha ocasionado la presión de la carga proyectada siendo atravesado por no más de 5 perdigones del algo más de un par de cientos que teóricamente estaban contenidos en el cartucho. Indudablemente y con certeza, sin energía suficiente ni entidad para resultar adecuadamente lesivos (a menos que el receptor sea un pajarillo). ¿La superficie cubierta por los impactos?, aproximadamente unos 18x18 cm (unos 325 cm cuadrados). Poco más hay que comentar.

En esta segunda imagen pasamos a tomar como objetivo el portón trasero del vehículo, desprovisto de mecanismos interiores y de cristal. En este caso se ha disparado (6 m) un cartucho marca RIO ROYAL BUCK 12/70 cargado con 12 postas 00 (unos 8’4 mm), 28 g de peso total a unos 385 m/s y con una energía de unos 2235 J según el fabricante.

 


En este caso se ha disparado contra uno de los pilares laterales del portón, que ha resultado obviamente atravesado. Sin duda los proyectiles conservarán energía y masa suficiente como para causar daños a un cuerpo situado tras el, con una salvedad. Con su poca masa (2’3 g por bola) cada bola habrá cedido parte de su energía al metal atravesado por lo que el resto de elementos del interior del vehículo podrían mermar su lesividad aún más.

Dimensionalmente hemos cubierto un área de, aproximadamente, unos 12x12 cm (unos 145 cm cuadrados).

Como comentario final, obsérvese el grupo de impacto de las 4 postas inferiores en su parte interior (imagen derecha). Se puede ver que han atravesado claramente la chapa interior del portón “a duras penas” y cambian su trayectoria que deja de ser recta y su salida es lateral en un caso. Y no hay cristal que atravesar, que las hubieran frenado aún más.

Sobre el otro pilar del portón disparamos un cartucho marca REMINGTON SLUGGER 12/70 cargado con una bala de tipo “slug” (unos 18’5 mm de diámetro) de 28 g de peso con velocidad en boca de unos 520 m/s y con una energía de unos 3800 J según el fabricante.

 


En este caso se ha disparado una bala que es deformable, de tal modo que se puede ver en la imagen de la izquierda un orificio de entrada en el caben las dos primeras falanges de dos dedos de una mano; eso se traduce métricamente en casi 4 cm de diámetro de orificio. Se ve perfectamente que ha roto el metal sin tener problemas algunos para traspasarla.

Y lo más importante: conservando energía suficiente para ser lesivo ya que en pruebas anteriores (leer aquí) este tipo de proyectil logró atravesar completamente dos coches de lado a lado estacionados uno junto al otro.

El último impacto a mostrar es el que produjo un cartucho de la marca CLUCAS HATTON ROUND 12/76 cargado con un proyectil frangible de 53 g de peso con una energía de casi 6000 J según el fabricante. Este tipo de proyectil está confeccionado con un polvo metálico mezclado con cera de abeja y comprimido a muy alta presión y que tiene como destino el ser empleado, por ejemplo, en el caso de aperturas atacando cerraduras, candados o bisagras a presiones de entre 790 y 890 bar.

Podríamos pensar que al tratarse de una “bala” debería ocurrir lo mismo que en el caso anterior. Realmente es un proyectil especialmente deformable que se deshace al impactar contra una superficie dura, con lo que al impactar con el metal del portón se ha desorganizado para convertirse en una masa que presionará a esos 790-890 bar.

 


Si vemos la imagen izquierda correspondiente al exterior del portón, la zona de impacto se ha deformado hacia dentro hasta romperse generando un orificio donde cabían prácticamente los cuatro dedos de la mano. El orificio que dejó la bala del ejemplo anterior casi se ha duplicado en este caso, midiendo casi 8 cm de diámetro.

En la imagen de la derecha que corresponde al interior del portón podemos ver el efecto que ha producido en la parte interna. Como se puede apreciar, aparece el metal abierto en una lámina doblada que se ha arrancado de la chapa interior fruto de la presión que realizaba la masa de 53 g contra el metal. No lo perfora, lo desgarra.

Y lo más importante, el fabricante indica que se convierte en una nube de polvo metálico tras la penetración pero que puede proyectar restos del material contra el que ha impactado que sí puede ocasionar daños de importancia.

El detalle de interés de este tipo de pruebas es, indudablemente, mostrar los efectos que producen contra medios que se emplearían habitualmente como protección inmediata, por ejemplo un coche. O directamente nos encontramos directamente dentro de un coche. Realmente puedo afirmar que veo el asombro en las miradas de los que me rodean cuando efectúo este tipo de pruebas.

Como nota, si no viviese en el país en el que vivo, en la siguiente prueba sería ideal disponer de un vehículo y llenarlo de materiales a modo de testigos para analizar lo que ocurre en el interior cuando se impacta con cada proyectil. Igual que probar contra muros de materiales diferentes, puertas, contenedores de basura, etc.

…quien sabe…

Un saludo.

Arturo Mariscal Rubial.

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