Sobre la baja iluminación (Parte 2).

En la anterior entrada de este mismo tema (“Sobre la baja iluminación, Parte 1”) habíamos comenzado dando algunos datos estadísticos antes de iniciar el dialogo sobre los elementos de iluminación más usuales. Los datos siempre nos vienen a traer a la realidad, y nuestros compañeros estadounidenses (que lo apuntan todo) nos dicen que algo más del 75-80 % de la información que recogemos sensorialmente se hace mediante la vista: ¿entendemos lo importante que es ver bien en todo momento?

¿Por qué destaco esto? Pues porque también presentan en sus datos (policiales) que la mayoría de las agresiones con arma se producen en los primeros 2 minutos tras el contacto con el futuro agresor. En un ambiente de baja iluminación, esto quiere decir que no se ha tenido un tiempo de adaptación a esa parcial o total falta de luz: no tenemos capacidad de observación ni de evaluación de la situación y, por consiguiente, de reacción. ¿Recordamos OODA?

En el caso de fuerzas militares también sucede, obviamente. Actualmente la mayoría de combates se suceden en ambiente urbano, calle por calle y edificio por edificio. En este caso se pasa con rapidez de un entorno bien iluminado (una calle a plena luz del día) a un interior deficientemente iluminado o directamente a oscuras. Vuelve a ocurrir lo mismo: no hay ese periodo de adaptación.

En las intervenciones en el mundo real tenemos claros ejemplos de condiciones diferentes de iluminación, que pueden ir desde la plena iluminación a la luz del día, una iluminación reducida en un interior (de edificio, p. ej.) o exterior (callejuela sombría), o la ausencia total de luz sea exterior (calle en la noche) o interior (un sótano). Solo hay que dedicar minutos a lo largo del día a observar las diferencias de iluminación en unos lugares u otros o incluso en el mismo lugar en diferentes momentos del día.

La única manera en la que nosotros podemos contrarrestar esto es mediante técnicas y medios apropiados (linternas)… y entrenamiento en situaciones de baja iluminación. Sobre lo primero es importante entender que no hay un “esto es lo mejor”. Lo único que puede haber son ventajas de una técnica sobre otra pero no en todo momento ya que su utilidad variará según la situación. Por eso debemos tener presente que la clave “es el indio, no la flecha”. Por ese motivo se debe estar familiarizado con las técnicas más comunes para emplear la más adecuada en cada situación, pasando de una a otra sucesivamente.

En esta entrada del blog nos vamos a centrar precisamente en las técnicas de manejo de linternas, dejando los aspectos tácticos generales para la siguiente parte (y última) de esta serie dedicada a la baja iluminación. Que, indudablemente, no vengo a reinventar la rueda porque lo que expongo ya está relatado y descrito por multitud de autores; debéis verlo solo como una especie de resumen.

Obviamente que hay muchos modos de combinar un arma y una linterna por lo que me voy a centrar en los más habituales para seguir llenando esa caja de herramientas que tenemos cada uno y que mencionaba en la primera parte de este tema. Partiendo del hecho obvio que un arma larga lo más probable es que lleve la linterna unida a ella, prefiero centrarme en el manejo de un arma corta y una linterna al ser algo más complicado, diferenciándolo en dos aspectos:

-Forma de sujetar la linterna, que se podrá sujetar como si fuese el mango de un cuchillo que se empuña para cortar o bien de forma invertida como para apuñalar. Me voy a referir a ellos como agarre natural el primero y agarre invertido el segundo (sí, sí, ya sé que podría haber sido más original).

-Combinación con el arma, que es básicamente cómo voy a relacionar esa linterna con el arma. Y lo voy a hacer con el contacto entre manos o sin que haya contacto entre ellas.

Hay que destacar dos detalles de importancia sobre esto último que es necesario conocer antes de comenzar a entrenar el trabajo con linternas. El primero es sobre las técnicas que emplean el contacto entre manos y que no es otro que la presión que queremos hacer para obtener estabilidad hace que las manos se “acoplen” en sus curvas y se termine con el foco de luz dirigido hacia un lado (normalmente sensiblemente hacia el suelo) y el eje del cañón hacia otro. Y nosotros, si no identificamos nuestros elementos de puntería, somos tendentes a pensar que el punto iluminado es el punto donde tenemos la puntería. Es así.


Por otro lado, en el caso de tener arma y linterna separadas, el problema viene a la hora de que ambos sean coincidentes con la amenaza (coordinación): estaremos permanentemente moviendo las manos buscando esa coincidencia.

Antes de detallar cada técnica deseo hacer una llamada de atención sobre algo que, en su momento, justificó entre instructores y usuarios el uso o la conveniencia de una u otra técnica que no es otro detalle que el de separar en algunas de ellas la linterna del portador de la misma. El motivo es “alejar” el foco de luz del usuario para que los disparos del agresor se dirijan a la luz y sea más difícil que impacten sobre el agente.

En mi humilde opinión tendría cierta lógica salvo por un detalle. Por favor, que uno de vuestros familiares se coloque en un pasillo con una linterna encendida en la mano y el brazo estirado para alejarla de su cuerpo. Ahora pedidle que acerque la linterna a su cuerpo. ¿Qué diferencia hay? Podéis probar a hacerlo en la calle (os llamarán raros, aviso). ¿Qué diferencia hay?

Prácticamente ninguna. Siempre se va a ver una “bola” de luz, la única manera de quedar señalado por la luz es que el más torpe del equipo de intervención te ilumine con su propia luz como si fueses un cantante en un escenario, delatando tu cuerpo. En mi opinión no es una justificación creíble para recomendar el empleo de una técnica frente a otra.

Me vais a permitir un inciso. Voy a llamar “mano principal” a la mano que empuña el arma y “mano de apoyo” a la que sujeta la linterna; nada más. No hay mano débil, mano inhábil, mano que empuña, etc.

1. Técnica del FBI. Podríamos decir que es la técnica más antigua, pensada en sus orígenes para trabajar con un revolver del .38 en una mano y una enorme linterna en la otra, imposibles ambos de relacionarse. Inicialmente se desarrolló para su empleo con las antiguas linternas voluminosas (las de las pilas LR20 ó “D”). En esta técnica llevamos el arma corta con un empuñamiento a una mano y dirigida hacia la amenaza mientras que en la otra se sujeta la linterna, manteniendo esta lo más separada del cuerpo con el brazo extendido.

Si nos atenemos al alejamiento del foco de iluminación del cuerpo, bueno, pues es cierto. Realmente presenta la ventaja de que si el brazo de la mano principal está extendido hacia el frente, la iluminación de la linterna alumbra los elementos de puntería del arma lo suficiente como para identificarlos y permitir apuntar. También es una técnica que admite pulsadores de encendido laterales o traseros.

Como desventajas, pues se puede decir que es más bien una técnica de búsqueda antes que de tiro porque precisamente ese alejamiento de los dos focos o líneas (linterna y arma) hace que sea complicado coordinar ambos para hacerlos coincidentes. Tenemos, por tanto, algo contraproducente: la lentitud.

Podemos añadir que si empleamos una linterna grande (como en sus inicios) añadimos la incomodidad por su peso alejado del cuerpo al cabo del tiempo. Y en el pasillo de una casa perdemos el factor ideal de alejamiento de su planteamiento inicial.

2. Técnica Harries. Es una técnica sencilla de aprender para aplicar con linternas que llevan su botón de accionamiento en su parte posterior; la vemos en cientos de películas. Básicamente sujetaremos el arma empuñándola con una mano mientras en la otra sujetaremos la linterna de forma “invertida”, su pulgar será el encargado de activar la linterna. A continuación pasamos la mano de apoyo bajo la mano principal y hacemos que las muñecas de ambas manos contacten, obligando a que los dorsos de estas contacten y presionen entre ellas.

Indudablemente, establecemos una coordinación sencilla los ejes del haz de luz y de la línea de miras: ambos coinciden con la amenaza (en teoría). También salimos beneficiados por la presión entre los dorsos de las manos ya que nos dota de cierta estabilidad y colabora también en un mejor control del retroceso.

Por otro lado, precisamente esa presión entre manos puede generar fatiga muscular tras cierto tiempo. También nos obliga a modificar nuestra posición perfecta de tiro y nos hace abandonar esa isósceles ideal y nos lleva a situarnos ligeramente laterales; esto es así porque no podemos mantener los brazos extendidos en la misma longitud, de todos modos va a variar según la morfología corporal de cada persona. Tampoco es una técnica que nos permita tener iluminación sobre los elementos de puntería.

3. Técnica Chapman. En una técnica sencilla de aprender si empleamos una técnica correcta de empuñamiento a dos manos. Es ideal con linternas pequeñas con accionamiento lateral, de este modo empuñaremos el arma con una mano y con la otra sujetaremos la linterna de forma natural, con el dedo pulgar sobre el botón de encendido.

A continuación asemejaremos el empuñamiento a dos manos convencional, para el cual la mano de apoyo se acerca a la principal haciendo que la linterna contacte con los tres dedos de la mano que sujetan el arma y los pulgares contactan lateralmente o quedan muy próximos. El resto de los dedos de la mano de apoyo buscan el contacto con los dedos de la mano principal, como en una sujeción convencional a dos manos.

Es una técnica que permite un control muy bueno del empuñamiento a dos manos (linternas de accionamiento lateral) y mantiene los ejes del haz de luz y de la línea de miras coincidentes con la amenaza. Permite un control bueno del retroceso y admite posiciones isoscélicas, Weaber, etc.

Sus puntos negativos son la incompatibilidad con linternas grandes o de activamiento trasero, del mismo modo es complicado encadenar series de disparos consecutivos. Como la Harries, tampoco permite identificar los elementos de puntería.

4. Técnica SureFire (o Rogers). Creada precisamente para una determinada linterna de esta marca, actualmente utilizable por linternas pequeñas de activación por botón trasero; el único “pero” es que ese botón debe sobresalir.

Es una técnica tan sencilla de adoptar que tan solo es necesario sujetar la linterna como si se tratase de un “puro” entre los dedos índice y medio de la mano de apoyo, con el botón de encendido (parte trasera de la linterna) apoyado en la palma de esa mano. Nuevamente se lleva contra la mano principal para cerrar un empuñamiento convencional. La activación y desactivación de la linterna se realiza presionando hacia atrás los dedos índice y medio para que la palma de esa mano actúe contra el pulsador y la encienda.

Aunque es lenta para realizarla, presenta las ventajas de permitir un buen empuñamiento a dos manos y mantener la línea de miras y el eje del haz de luz alineados con la amenaza. Como puntos negativos, decir que es exclusiva para unos modelos muy concretos de linternas: pequeñas y delgadas y con activación trasera, con un botón que sobresalga.

5. Técnica “al cuello” (“neck-index”). Para linternas con activación trasera. Igualmente se sujeta con un agarre invertido con la mano de apoyo con el pulgar sobre el pulsador de activación, mientras la mano principal empuña el arma. La mano de apoyo se sitúa con la linterna justo bajo la oreja o bien en la sien, haciendo contacto con el cuerpo: básicamente, al mover la cabeza también movemos el haz de luz con lo cual es relativamente sencillo identificar y apuntar al agresor con el arma.

La gran ventaja es que permite iluminar las miras del arma y al agresor a la vez. Igualmente permite el uso con linternas de cualquier tamaño. Es útil en las búsquedas, transicionando de una técnica FBI a esta de forma rápida y sencilla, incluso a la Harries, con lo cual podemos alumbrar a diferentes zonas del entorno de forma simple y efectiva.

¿Realmente qué hago yo? ¿Cómo lo hace Arturo? Bien, teniendo en cuenta que empleo una linterna con accionamiento trasero (para mí son las más cómodas) y que tampoco me gusta que ese botón de accionamiento sobresalga porque así evito llevar la linterna encendida accidentalmente, personalmente me muevo alternando la técnica de “al cuello” y la Harries añadiendo momentos de FBI. Pienso que con esta combinación puedo iluminar directamente el objetivo, el objetivo y las miras del arma, o añadir luz indirecta que obligue a destacar la sombra del que se esconda.

En la segunda parte veremos aspectos tácticos comunes de empleo.

Un saludo.

Arturo Mariscal Rubial.

Comentarios

  1. Buenas tardes Arturo. Después de leer tu artículo, ¿debo interpretar que las técnicas más habituales de empleo son la Harries y llevar la linterna al cuello? Deduzco que las otras que mencionas son más licitadores. Un saludo.

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    1. Buenas tardes, amigo. Entiendo que se refiere a que son más limitadoras las otras técnicas (habrá sufrido un lapsus al escribir o un autocorrector). Realmente no es que sean las técnicas más habituales, lo cierto es que las otras técnicas expuestas requieren un tipo de linterna muy específico (bien muy estrechas o con pulsador sobresaliente), por lo cual Harries o linterna al cuello se convierten en lo más usual. Además, si uno las prueba se da cuenta que son técnicas sencillas y fáciles de adoptar (rapidez).

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