Sobre la baja iluminación (parte 1).
¿Qué dicen las estadísticas (en España)? Tomamos como referencia el informe de ITEPOL “Estadística policial víctimas de incidentes violentos”. En concreto el año pasado (2023) aparecen registradas 181 agresiones a miembros de FFCCS. Si nos vamos a esos datos y nos centramos en situaciones de iluminación reducida obtendremos que 56 agresiones sucedieron en la franja de noche (22 a 07 horas), eso es un 31% del total. No parecen muchas a menos que sigamos investigando en sus datos, entonces veremos que 68 de esos 181 casos se produjeron en inmuebles (37’5%) y 35 del resto sucedieron en condiciones de iluminación pobre o directamente sin iluminación (20’4%).
Las acciones en situaciones de baja iluminación siempre producen un
cierto punto de aprensión. Generalmente este concepto lo asociamos a la
oscuridad, y la oscuridad es el momento del día que genera desconcierto y temor
porque es la parte que menos controlamos (de norma general, nuestro
adiestramiento es diurno). Y si a esto unimos la posibilidad de un
enfrentamiento armado, esa sensación de temor se va a magnificar ya que la poca
iluminación suele jugar en beneficio del malo.
¿A cuántos avisos de asistencia acude un policía para descubrir al llegar que el incidente se está produciendo en un lugar con iluminación escasa o directamente sin ella? La estadística nos indica que la mayor parte de los delitos (agresiones entre ellos) suelen suceder cuando la iluminación es poca. Esto es obvio ya que esa ausencia de luz proporciona al agresor la ventaja de la sorpresa mientras que nosotros tenemos reducida o anulada nuestra vista, que es el sentido que vamos a necesitar para localizar a nuestro agresor, sobre todo cuando pasamos desde una zona iluminada y no hemos tenido una adaptación que el delincuente sí que puede haber tenido.
Militarmente hablando podemos afirmar que, en la actualidad, el mayor
porcentaje de combates se producen en entorno urbano, casa por casa.
Ceñirnos al concepto “oscuridad =
noche” es totalmente equivocado. Una intervención (policial o militar, generalicemos)
a plena luz del día se puede convertir en una acción con una iluminación reducida o casi nula. Es lo que sucedería en una llamada a una patrulla
policial que acude a un domicilio por una llamada por violencia de género o una
unidad militar que se ve obligada a introducirse en un edificio para su
registro; ¿seguro que van a disponer de luz? ¿Siempre? ¿Seguro? ¿Sí?
Puedo afirmar, y el lector estará de acuerdo conmigo, en que no va a ser
así.
La formación (… ufff, tema peliagudo). Creo que puedo añadir que una
formación oficial adecuada para situaciones de iluminación reducida puede
variar desde el “inexistente” al “ocasionalmente” pasando por el “rara vez”. Lo sé porque lo veo en mi
entorno.
En el caso de la formación para intervenciones en baja iluminación muchas veces es necesario acudir a la formación externa a la oficial, retornando
al concepto de la caja de herramientas. Es cuestión de tener la mente abierta y
acudir a los cursos (ojo aquí con el formador) dispuesto a aprender la mayor
parte de técnicas posibles para salir con esa caja de herramientas llena para
practicarlas y sacarles el máximo rendimiento en el momento oportuno.
Podría dedicar este artículo a hablar sobre el uso de gafas o visores de
visión nocturna, de iluminadores de infrarrojos, de designadores, etc., pero
seamos honrados: lo habitual para el común de los mortales (uniformado o
ciudadano defensor de su morada) no es disponer de esos medios. Vamos a
centrarnos en la humilde linterna, accesible a todo el mundo.
Fundamentalmente vamos a disponer de dos opciones. Por un lado disponemos
de linternas y la otra opción son los módulos de iluminación para ser fijados
en el arma, sea esta larga o corta, y que no es otra cosa que una linterna
diseñada para ser acoplada al arma por ejemplo mediante un raíl Picatinny.
Hablemos sobre las linternas, ¿cómo deberían ser (en mi opinión)? Me centraré
en sus cuatro aspectos más característicos: su constitución, la iluminación, la
batería, y su funcionamiento.
1.- Constitución. Tamaño reducido para ser portada en el equipo o en tu EDC sin quitarle espacio
a otros elementos tan o más necesarios. Resistente, mejor si es metálica pero siempre
debe ser resistente para soportar golpes en el porte o incluso poder ser
empleada para golpear si es necesario. Obviamente interesa ligereza aunque eso no
es un requisito importante.
Tener presente que puede ser necesario que lleve un complemento para la
sujeción en la mano. En ocasiones son anillos plásticos, metálicos o de goma
incluso realizados “artesanalmente”
en cuerda fina. Estos elementos ayudan en la sujeción de la linterna cuando la
mano debe formar parte del empuñamiento de un arma corta, introduciendo un dedo
por él. Otras veces simplemente evita perder la linterna.
2.- Potencia. Es necesario que sea potente, lo cual hoy en día no es un gran problema
debido a la tecnología LED. La potencia es la que nos va a permitir tener un
alcance elevado o cegar al agresor si es necesario; si dispone de un foco
ajustable que permita abrir o concentrar el haz de luz, mejor.
3.- Batería. Dos opciones: recargable o sustituible. En el primer caso se necesita
tener la certeza de llevarla siempre al 100 % de carga y tiene el problema de
no ser posible su cambio al agotarse: te quedas sin iluminación. Las baterías
sustituibles suelen ser AA, AAA, CR123A, etc., y tienen la ventaja de la
sustitución inmediata al agotarse aunque obliga a llevar baterías de repuesto.
De todos modos, una norma que te enseña la experiencia es a llevar repuesto de
lo que puedas necesitar (batería de linterna, de radio, otra linterna, cargadores
extras, etc.).
Ampliando el tema de la batería, es recomendable la máxima autonomía
posible y conocer perfectamente cuál es esta. Es exactamente lo mismo que saber
cuánto tiempo de autonomía va a tener el visor que llevo en mi arma.
4.- Funcionamiento. Simple, lo máximo posible. Lo define el pulsador que puede ser lateral o
trasero (lo prefiero) y a su forma que pueda ser enrasado o sobresaliendo del
cuerpo de la linterna. En mi opinión personal prefiero un pulsador trasero que
no sobresalga ya que situado en ese lugar me permite el empleo de más técnicas
diferentes con transiciones mínimas y activando la linterna de forma sencilla.
Si el pulsador es lateral ya no es tan sencilla su activación en técnicas de
iluminación diferentes.
Hay que recordar que no siempre vamos a necesitar llevar encendida la
linterna, de ahí (y en mi opinión) la ventaja de un pulsador trasero, que es
más compatible con la mayoría de las técnicas.
El ideal para mí es una linterna que posea tres modos: iluminación momentánea,
potencia máxima y potencia reducida. La iluminación momentánea es lo que sucede
cuando oprimes el pulsador de encendido y se mantiene encendida a máxima
potencia pero sólo si lo mantienes pulsado, si lo sueltas se apagará.
Obviamente los otros dos modos reseñados serán la linterna encendida sin
necesidad de mantener presionado el interruptor. También hay linternas que
poseen un modo estroboscópico que emite luz potente en modo de pulsos con la
intención de cegar y desorientar a un agresor si se la dirige contra él.
Un módulo de iluminación, como ya he anticipado, es una linterna adaptada
para ser acoplada a un arma, por lo cual lo relacionado para una linterna es
aplicable a este elemento. Es posible destacar tres aspectos importantes: su
tamaño, la facilidad de desmontaje y su accionamiento. El tamaño es un detalle
a tener en cuenta especialmente en el caso de armas cortas; en un arma larga
importa más dónde se lleve colocado. La razón es evitarle golpes al sobresalir
o favorecer enganches indeseados.
Sobre su facilidad de desmontaje, destacar que puede ser necesario
retirarlo del arma para ser empleado como cualquier linterna de mano. De este
modo es recomendable evitar tornillos o sistemas a rosca siendo preferibles
medios de bloqueo accionados por pulsadores, botones o palancas.
Para su accionamiento hay que diferenciar los destinados a armas cortas,
que es preferible que sean accionadas para su activación mediante un botón o
palanca accesible con un dedo sin tener que deshacer el empuñamiento en
demasía. Si tratamos de un arma larga lo ideal que sea accionado directamente
sobre un botón por la mano de apoyo desde el guardamanos por su cercanía al
módulo o bien remotamente por un pulsador unido por cable si la posición de
montaje no permite acceder con facilidad al módulo.
En la segunda parte nos introduciremos en técnicas de empleo.
Un saludo.
Arturo Mariscal Rubial.
Esperando la segunda parte.
ResponderEliminarAmigo mío. Observo que has cambiado el título de la nota.
ResponderEliminarEfectivamente. He estimado como más acertado este título actual (Sobre la baja iluminación) que el que le había asignado anteriormente (Sobre la visibilidad reducida). Un saludo.
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