El adiestramiento y su importancia (conferencia escrita). Parte 1.
En origen, este artículo era una conferencia del mismo título que impartí junto a otros compañeros en la localidad de Zizur Mayor (Navarra) el 16 de noviembre del pasado año 2022, organizada por los amigos de la asociación PTPOL (Perfeccionamiento de Técnicas Policiales).
Estaba previsto que fuese más extensa y profunda ya
que se trataba de compartir el momento con mi amigo José Ángel Soguero (PTPOL),
el cual ampliaba la parte inicial que me correspondía a mí, avanzando en
aspectos y técnicas más novedosas y modernas de adiestramiento. Mi guion era
sencillo ya que trataba de tres puntos: 1) adiestramiento y entrenamiento, 2)
el ejercicio de tiro, y 3) entrenar para condiciones no habituales. Realmente
tres puntos sobre los que hace años que tengo una opinión personal que es la
que intenté transmitir, y que ahora expongo en este blog.
Hace unos años que descubrí que lo que “me enseñaban” en todas las unidades por
las que he pasado no me era muy útil, que no eran cosas actuales, o no eran
aplicables en su mayoría, o se dejaban de lado algunos aspectos y no se
contemplaban otros. Sí, lo pongo entrecomillado, porque enseñar… enseñar… Así
que investigué, escuché y leí, lo viví en persona, y así me formé un punto de
vista personal.
Descubrir a Dave Grossman fue importante. Leer su
libro “Sobre el combate” hizo que me
encontrase con este párrafo que es para mí una especie de manta que repito en
la mayoría de mis cursos y formaciones.
Por eso mi conferencia comenzaba con un video de unos segundos de duración en el cual se veía la voladura controlada de un edificio. Se podía ver perfectamente cómo las explosiones se sucedían secuencialmente en sus cimientos hasta desestabilizar la estructura que finalizaba cayendo hasta convertirse en una nube de polvo. Eso es lo que ocurre cuando no se tiene una base, cuando no se tiene formación: no hay un sustento, te desmoronas.
Y es cierto al 100 %. Puedes planear ejercicios de
tiro en los cuales incluyes la necesidad de realizar una recarga tras finalizar
la munición contenida en el arma. O puedes diseñar un ejercicio en el cual
avanzas por un entorno CQB y se deba subir una escalera. Y pensarás que los has
hecho bien (quizás tu instructor no te sepa corregir). Pero si nadie te ha
enseñado a hacerlo careces de esa base y si un día realmente lo necesitas
hacer, no vas a saber hacerlo. Va a dar igual que tengas tatuado en el
antebrazo “entrena como trabajes, trabaja
como entrenes”. No lo vas a saber
hacer.
Llegado este punto de esta conferencia, como en
muchos de mis cursos, pongo como ejemplo al estadounidense Paul Gardner. Su
historia la resumo brevemente diciendo que en la guerra de Irak (2003) la
unidad del US Marines de este hombre tuvo un enfrentamiento a resultas del cual
él queda herido y postrado para siempre en silla de ruedas. En su
artículo titulado “Al Tarmiyah firefigth!
Lessons learned the hard way” (Combate en Al Tarmiyah: lecciones aprendidas
por las malas) y traducido por D. Jorge Tierno Rey en su blog (este es el enlace), Gardner nos relata
y explica perfectamente el motivo que favoreció que se produjesen esas heridas
y nos recomienda insistir en la formación y buscarla incluso en los cauces no
oficiales.
Recomiendo su
lectura, insistiendo en lo ya expuesto: “ante una situación de emergencia no creas que vas a estar a la
altura de la situación, estarás a la altura de tu adiestramiento” (no hay otra). Por este motivo estoy
convencido que un profesional de las armas debe dominar las técnicas y
procedimientos que le garanticen sobrevivir y ser eficaz y eficiente.
Según mi convencimiento personal, el adiestramiento y el entrenamiento son
dos conceptos diferentes y relacionados,
pero que indudablemente marcan la diferencia entre estar y no estar preparados.
Y es así porque influyen en los modos de respuesta y en el tiempo de reacción,
que son los pilares fundamentales de cualquier acción defensiva. Básicamente
quiero decir que con el adiestramiento y el entrenamiento se aprenden técnicas
y se ensayan: se crea una programación de acciones automáticas de respuestas a
diferentes situaciones.
El adiestramiento
es el correcto aprendizaje de una determinada técnica o habilidad mientras que
el entrenamiento es la repetición de esa técnica o habilidad aprendida para
desarrollarla.
Fundamentalmente en el adiestramiento aprendemos
técnicas que luego entrenaremos para reforzar ese aprendizaje, para desarrollarlas,
afianzarlas y dominarlas; para que no haya dudas en el momento de su realización.
Y al aprender esas técnicas descubriremos un aspecto muy importante: el ritmo para efectuarlas. Aprendemos
que cada uno tenemos uno propio y es el que debemos emplear para cada técnica:
si nos aceleramos el resultado será incorrecto (no debemos dejarnos contagiar
por las personas que nos rodeen).
Como en muchas actividades, el entrenamiento
lo vamos a dividir en dos fases, una de tecnificación y otra de aplicación. Con
la tecnificación se pretende conseguir el perfeccionamiento de la técnica
aprendida para ser eficiente y efectivo; la aplicación es el final del proceso
de aprendizaje mediante la puesta en uso en diferentes escenarios tácticos.
Como vemos, reducirnos a simples “ejercicios
de tiro” en ocasiones va a ser escaso; empezamos a ver la necesidad de
diseños prácticos más evolucionados.
Supongamos que necesitamos aprender a
defendernos con nuestra arma corta desde una posición con una rodilla en el
suelo. Eso es algo sencillo, es una técnica básica. Imaginemos que ya dominamos
todos los aspectos relacionados con el empuñamiento, la puntería, la presión
sobre el disparador, las recargas, etc. Nuestro aprendizaje ahora comenzará por
conocer todos los aspectos relativos a la posición desde la cual dispararemos:
situarnos en el menor tiempo posible rodilla en tierra en todas las opciones
posibles, transformar esa súbita posición adoptada en una posición estable, aprender
a aplicar la posición (tras un parapeto, p. ej.), incorporar el manejo del arma
que ya conocemos, trabajar en las técnicas de manejo del arma desde esa
posición, etc.
Tim Gramins. Es un Policía estadounidense que
sobrevivió a un enfrentamiento armado a distancia de escupitajo (como dice mi
buen amigo Ernesto Pérez Vera) y que lo hizo precisamente por su entrenamiento.
En resumidas cuentas, tras ser sorprendido por su agresor al detenerlo tras una
interceptar su vehículo, el agente Gramins reacciona empleando todas las
técnicas que había aprendido y que recordó en ese momento y que le sirvieron
para protegerse tras el vehículo, moverse disparando, recargar, usar su
puntería, disparar desde debajo del vehículo, etc.
Dejemos aquí la primera parte de la
conferencia deseando que al menos lo escrito hasta ahora empiece a hacer mover
la masa gris. En unos días compartiré la segunda y última parte de esta charla
relatada.
Un saludo.
Arturo Mariscal Rubial.
Por eso será que cada día se entrena más a correr
ResponderEliminarEsperando la segunda parte
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