La velocidad.
Artículo publicado originalmente el 22/06/2022
Velocidad.
Como al personaje protagonista de la película Disney Pixar “Rayo Mcqueen” a todos nos gustaría poder
decir eso mismo… “velocidad… yo soy la
velocidad…”.
El
problema es que cuando uno defiende la
ley o necesita defenderse a sí mismo requiere ser rápido y seguro a la vez que
preciso, y normalmente no son adjetivos fáciles de meter en la misma frase
cuando se trata de hablar de armas. Es fácil de entender, lo expuse en una nota
anterior: “si no da donde quiero que dé, va a dar donde no quiero que dé”.
Por
tanto, la velocidad que necesito al
manejar un arma de fuego debe ser el
resultado del consistente equilibrio entre la puntería, el uso del disparador y
la manipulación porque todos afectan a los demás. Si estos no están
equilibrados y la balanza se inclina más hacia alguno de esos aspectos que
hacia otro, algo va a salir mal. Vamos a desgranar esta afirmación.
Para
apuntar se necesita tiempo: se necesita identificar el agresor, situarlo en la
escena, aislarlo del resto, llevar el arma hacia él y, en lo posible, apuntar con certeza empleando los elementos de
puntería del arma. Y digo “en lo posible”
porque en el mundo real, sorprendido por el ataque y con un agresor a muy poca
distancia, uno no llega ni a empuñar medianamente bien el arma así que
difícilmente va a poder apuntar como tal. Y esto es así por todos los aspectos
fisiológicos que sobrevienen en el ser humano bajo estrés; y como ya los he
comentado anteriormente y hay suficientes autores que tratan de lo mismo, pues
no voy a entrar en ello.
Obviamente
lo ideal es apuntar siempre que sea
posible, así evitaremos alcanzar a la señora Juana que está saliendo de la
tienda con la compra y sí darle al célebre delincuente apodado “el Pepsicolo” que ha tratado de
balearnos instantes antes. Como he escrito, apuntar requiere identificar el agresor, situarlo, aislarlo del resto…
y eso es acostumbrarse y aprender a observar y mucha consciencia situacional
(debéis leer mis notas sobre ella y las de otros autores) en modo permanente.
Pero,
¿cómo entreno esa velocidad al apuntar? Se puede hacer.
- Planea ejercicios que sirvan para ayudar a acostumbrarse a identificar objetivos. Puedo emplear blancos que se giran con imágenes humanas armadas y otras que no lo sean creando ejercicios que sirvan para entrenar el “amigo-enemigo”. También puedo emplear opciones más sencillas como blancos con figuras geométricas diversas, figuras con colores diferentes, mezclar figuras y colores, etc. Básicamente se trata de forzar al tirador a buscar su objetivo. Imaginación.
- Planea ejercicios que impliquen afinar la puntería al emplear objetivos pequeños. Veamos un ejemplo. Si vemos el grupo de imágenes adjunto, abajo a la izquierda vemos una humilde cuartilla DIN A5 (148 x 210 mm) dividida en dos mitades y en cada una de ellas un punto grueso. Se puede situar a 3 ó 5 metros (o un DIN A4 a-5-7 m) y hacer disparos aislados o parejas de disparos o un disparo a cada punto, o dos a cada punto. Se puede hacer desde la funda o desde arma replegada. Imaginación.
- Planea ejercicios en posiciones no habituales. El combate es muy duro y se pueden hacer disparos de pie pero también de rodillas o con una rodilla en el suelo, tendido supino, prono o lateral, de pie pero lateralmente al blanco, a una mano o a dos, etc. Imaginación.
- Incorpora a los ejercicios un “timmer” como los empleados en IPSC (también hay APP’s para teléfonos móviles) y trata de luchar contra el tiempo en esos mismos ejercicios.
- Haz mucho tiro en seco para mecanizar y sistematizar posiciones y técnicas. Eso también recorta tiempos.
Pasamos
al uso del disparador, que es lo que nos va a proporcionar la velocidad
efectiva al disparar. Obviamente los disparos interesa hacerlos lo más rápido
posible, pero es lógico pensar que si no
empleo una técnica apropiada voy a
disparar muy rápido pero puedo no ser todo lo efectivo que necesito. Nunca
debemos olvidar el mantra: “si no da
donde quiero que dé, va a dar donde no quiero que dé”.
Tenemos
claro que hay que conseguir también ese equilibrio entre ser efectivo (darle a
lo que quiero) y ser rápido haciendo esos disparos. ¿Cómo entreno esa velocidad
efectiva al disparar? Pues practicando lo que se denomina “control del disparador”, que es una técnica que reduce tiempos
entre disparos, contrarrestando retrocesos, colaborando a la puntería, etc. Teniendo una buena disciplina de uso del
disparador ganamos en tiempo, somos más rápidos; se trata a lo mejor de
milisegundos, pero es tiempo que cuenta.
La clave es la presión sobre el disparador y la
forma de presionar este, y se conoce habitualmente como “reinicio” del disparador (“reset” si empleamos anglicismos). El reinicio del disparador nos va a proporcionar esa velocidad
entre cada disparo.
Para entenderlo debemos coger nuestra arma y, tras comprobar y
asegurarnos que está descargada, la dirigimos hacia una zona segura y simulamos
el disparo montando como si tuviéramos munición y presionamos el disparador sin soltarlo tras el “plack” que correspondería al disparo. Manteniendo el disparador presionado
(importante) accionaremos a continuación el cierre para montar como si se
produjese la expulsión del casquillo y la carga de un cartucho nuevo. Ahora sí
soltamos el disparador, pero lo hacemos despacio para dejar que avance
lentamente; en un momento determinado oiremos un “click” (mucho más suave que el anterior sonido correspondiente al
disparo), y a lo mejor hasta lo notamos en el dedo.
Se acaba de producir el reinicio del mecanismo de disparo: si lo
presionamos de nuevo sin necesidad de soltarlo completamente se produce un
disparo. De este modo acortamos el
tiempo entre disparos y reducimos las vibraciones en el arma, ya que no
hemos separado el dedo del disparador y se ha mantenido una ligera presión.
Ahora ¿cómo entreno esa velocidad efectiva al disparar? Vamos a
tener presente cómo es una secuencia de disparo:
Puntería...
disparo + puntería... disparo + puntería… disparo + puntería…
La explico aunque es sencillo de entender: empiezo apuntando, hago
el disparo, el arma mecaniza (expulsa y alimenta), retomo puntería, hago el
disparo, etc. Pero ¿dónde meto el dichoso reinicio del disparador? Entre
disparo y disparo, cuando retomo la puntería. Lo vemos con un ejercicio
sencillo, el que aparece representado arriba en el grupo de imágenes.
Hace falta una superficie de más o menos medio metro de longitud
donde trazamos una línea y, sobre ella, tantas “X” o puntos gruesos como disparos deseemos hacer separados entre
ellos por unos 10 centímetros. No se recomiendan más de 8 ó 10 disparos. Una
vez hecho esto nos situamos a 3 metros en arma corta y 5 ó 7 metros en arma
larga. Simplemente se trata de adoptar una posición corporal y de empuñamiento
“de libro”, llevar los elementos de
puntería a la línea e ir siguiéndola en una dirección (izquierda a derecha por
ejemplo). Cada vez que los elementos de puntería alcanzan una “X” se presiona el disparador y se
continua avanzando hacia la siguiente “X”;
en ese trayecto de una a otra es donde debo tratar de soltar el disparador para
ese reinicio del mismo retomando y manteniendo la puntería.
Que nadie se asuste porque no le va a dar a la “X” casi con un 95 % de seguridad (vamos
a dejar ese 5 % para el clan Mikulek). No va a ocurrir porque la distancia que
hay entre el centro del ánima del cañón y los elementos de puntería y la
distancia a la que nos situamos del blanco lo evita. Es un rollo de balística,
trayectorias, planos horizontales, etc. que no vienen a cuento. Nos quedamos
con que lo habitual es dar por arriba o por debajo de la línea de “X”.
Veamos el blanco de la imagen, la línea superior. Si nos fijamos
en los impactos (resaltados por un trazo rojo) oscilan al principio en los
primeros porque no hay reinicio para, a partir del cuarto, empezar a alinearse
encima de la “X” al hacer el
reinicio; también podemos fijarnos que no están alineados encima, si no que
están al lado (se golpea el disparador al presionarlo). No debe ocurrir.
Si ahora vemos la línea inferior, los disparos resaltados en trazo
verde están alineados bajo la línea roja y bajo cada “X”: el reinicio del disparador ha sido más correcto desde el
principio y no se ha golpeado el disparador al presionarlo, hay una presión
constante y suave. La idea es acabar
siendo capaces de obtener una cadencia rápida de disparos efectivos, separados
estos por el tiempo correspondiente a “retroceso
+ reinicio del disparador + puntería”.
Podemos avanzar un poco más en conjugar la velocidad al apuntar
con la presión del disparador empleando ese mismo ejercicio: podemos hacer
disparos aislados como hasta ahora o efectuar parejas de disparos sobre cada “X”, podemos ir en un sentido y volver en
el otro, etc. Imaginación.
La tercera pata del banco es la velocidad en la manipulación. De una manipulación precisa y efectiva también
depende la velocidad. Siempre he aconsejado el uso de técnicas simples, sencillas,
similares para varias acciones diferentes, técnicas que se repitan en varias
acciones de manipulación. Haber practicado hasta la saciedad movimientos como la extracción, las diferentes recargas, la
resolución de interrupciones, etc., contribuye
a no perder la concentración en el enfrentamiento y que todo sea más fluido.
Acabo de
decir fluido. Realmente el objetivo cuando uno se entrena es aprender las técnicas y practicarlas para
que al hacerlas sean fluidas ya que si son así, la velocidad viene sola.
¿Cómo entreno esa fluidez, esa velocidad?
Tenemos
los ejercicios que hemos visto antes sobre los puntos en papel A5 ó A4 y el de
las “X”. Tan sólo es cuestión de
intercalar extracciones, diferentes tipos de recargas, interrupciones, tiros a
una mano, tiros a mano cambiada (tirador herido), variar posiciones y hacer los
mismos ejercicios de rodilla o rodillas, tendido, etc. Imaginación, porque hay
más ejercicios.
Vemos
una imagen abajo y a la derecha del “collage”
en la que hay una silueta metálica de color blanco (como podía ser de otro
color). Es un regalo de mi amigo el gran instructor Ray Ruiz que, junto con mi
amigo también gran instructor Pablo Pérez Varela forman Escuela de las 3 Armas.
Para mí el incorporar estas chapas a los ejercicios de entrenamiento fue un
descubrimiento. Tienen el tamaño correspondiente al rostro y al pecho (las
zonas vitales); no son grandes. Al colgarlas suspendidas a través del agujero y
dispararles efectuando los ejercicios adquieren movimiento, se giran y se
mueven. Lo mismo que haría el malo cuando se le alcanza y siente el dolor del
proyectil que le hiere
¿Por qué
es útil? Pues porque me ayuda a aprender
y entrenar que hay que esforzarse en alcanzar el objetivo en la velocidad
adecuada, no sólo se trata de disparar en par controlado o muchas veces
haciendo el reinicio del disparador y punterías perfectas. Si voy demasiado
rápido, el metal se mueve y en lugar de oír los dos impactos sólo voy a oír
uno: es la diferencia entre darle dos veces al Pepsicolo o darle una al
mencionado delincuente y otra a la pobre señora Juana que está más atrás pero
en el mismo escenario. Todo cuenta y todo suma.
Hemos
empezado practicando la puntería hasta hacer una puntería rápida. La hemos
mejorado aprendiendo a hacer el reinicio del disparador. También hemos
incorporado manipulaciones fluidas. Vemos que podemos incorporar ejercicios
para regular esa velocidad y aprender a tener una velocidad útil.
Un
último consejo, no olvidar la consciencia situacional ni buscar y evaluar el
entorno. Ambas cosas se deben incorporar siempre ya que contribuyen a tener
reacciones más rápidas. Si busco lo que
espero lo encuentro y reacciono en menos tiempo.
Arturo
Mariscal Rubial.
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