Sobre la posición corporal
“Artículo publicado
originalmente el 29/07/2020”
Voy encadenando mis notas de opinión personal. En
alguna de ellas aparece o hago un comentario referente a un tema que he pensado
que será interesante desarrollar en una nota aparte, como es el caso de esta.
En varias ocasiones he mencionado la posición corporal de tiro y creo que es un
buen momento para rescatar del pasado un antiguo artículo mío dedicado
precisamente a ese tema y actualizarlo y ampliarlo.
En una nota anterior hablaré acerca de los brazos,
de cómo pienso yo que es mejor situarlos a la hora de empuñar un arma larga.
Creo que es correcto dedicarle también una nota a ¿cómo colocar el resto del
cuerpo? Y, vuelvo a insistir como ya he hecho en ocasiones anteriores, que se
trata de exponer mi opinión personal. Yo lo hago así y así lo recomiendo.
Para emplear un arma de fuego necesito crear una
plataforma de tiro estable, eso es un hecho y una realidad incuestionable: si no soy estable, no soy efectivo. Si
se quiere enviar un cohete al espacio, se crea una plataforma estable en la que
situar el artefacto desde la cual se pone en funcionamiento; si esa plataforma
no es adecuada, tendrá funestas consecuencias para el contenido del cohete. Si
unos artilleros desean que los disparos de su cañón sean bien precisos entre
otras cosas van a necesitar que el afuste de su arma sea adecuado, si no… Y lo
mismo ocurre con el carpintero que fabrica una silla, va a tener cuidado de
crear una base estable que evite que el que compre su producto acabe con las
posaderas en el suelo.
Reconozco que soy demasiado maniático con algunas
cosas y una de ellas es esta, la posición corporal entendiéndose como tal la postura
del cuerpo, ya que es uno de los puntos que considero fundamentales para ser
efectivo en el manejo de un arma. Con esta nota pretendo analizar mi propia
posición de tiro, que es la que a mí me permite crear una plataforma estable de
tiro en el manejo de un arma. También voy a decir que paso a nombrarlo de ahora
en adelante como “plataforma de tiro”
y no como “posición de tiro” ya que
considero que esto último hace referencia a posiciones específicas de tiro
(pie, rodilla, etc.).
En todos mis cursos lo repito muchas veces: lo ideal es disponer de modos extrapolables
de un arma a otra y si no es así, que sean compatibles con varias armas; y
esto es válido para la mayoría de las manipulaciones y para las posturas
corporales (plataformas de tiro). Básicamente, la plataforma de partida de
disparo con un arma debería ser la misma para todos los tipos de armas,
solamente variamos lo justo para adaptarnos a su retroceso.
Empecemos por la más fácil, el arma corta. Un arma
corta (salvo que el nombre de su calibre empiece por .4 ó más, o se apellide
Magnum) es fácilmente controlable y no requiere un esfuerzo extra. Eso es la
teoría. La realidad es bien diferente. Nos vamos a la imagen inferior izquierda
del “collage” que acompaña esta nota
y vamos a imaginar lo que voy a ir explicando para que cada lector lo ponga a
prueba y lo pueda dar por cierto. Importante la imaginación e intentar hacer lo
que vaya diciendo.
Estoy empuñando mi fiel G19 (9x19 mm) y vemos dos
líneas de color, una amarilla (hombros) y otra roja (caderas). Son guías en la
explicación.
Supongamos que nos colocamos erguidos totalmente
verticales y con un pie junto al otro, tocándose las partes internas de ambos
pies quiero decir (como si fuéramos un palo). Si extendemos nuestros brazos
hacia delante como si estuviésemos empuñando nuestra arma y alguien presiona
nuestras manos suavemente como si hubiéramos disparado nos vamos a dar cuenta
que nos vamos hacia atrás porque perdemos el equilibrio.
Es una cuestión de física sencilla (cinemática). En
esa posición la línea amarilla (hombros) y la roja (caderas) coincidirían: el
centro de masa y el centro de gravedad del cuerpo coinciden, en teoría no
debería producirse movimiento al recibir en los brazos la fuerza que simula el
disparo del arma. El movimiento nos va a desequilibrar hacia atrás porque el
vector (los brazos) que pone en movimiento el centro de masas del cuerpo está
en posición alta con lo que se establece un punto de giro respecto del centro
de masas y además nuestros pies están juntos y no tenemos una base estable.
Probad por favor y veréis que os vais hacia atrás y necesitáis dar un paso
atrás para retomar el equilibrio y no caeros de culo.
Variamos esa posición inicial y tan sólo separamos
los pies lateralmente para situarlos distanciados aproximadamente la misma
amplitud que separa nuestros hombros. Extendemos nuestros brazos hacia delante
y el ayudante presiona otra vez nuestras manos como antes. Ocurre exactamente
lo mismo: nos vamos hacia atrás porque perdemos también el equilibrio, pero
hemos apreciado una sensación en los pies que es la de notar que el peso
corporal se sitúa en los talones y en la puntera cuando inconscientemente
tratamos de mantenernos estables (antes era imposible). Luego hemos dado el
paso atrás para no caer.
Siguiendo con la física, la línea amarilla y la roja
siguen coincidiendo y con ellas el centro de masa y el de gravedad del cuerpo.
El movimiento nos va a desequilibrar hacia atrás también porque seguimos sin
tener una base estable y el vector de movimiento está elevado, aunque ahora
tenemos la opción de trasladar peso corporal (por eso notamos la sensación
descrita en los pies) para intentar equilibrarnos pero no lo conseguimos.
Probad.
¿Qué ocurre si ahora la línea amarilla está por
detrás de la roja y los pies como antes, separados la distancia entre hombros?
Es lo contrario a la imagen que muestro, estamos inclinados hacia atrás.
Extendemos nuestros brazos hacia delante y el ayudante presiona nuestras manos.
Nos vamos atrás directamente, y si no damos un paso atrás nos caeremos.
El movimiento nos desequilibra porque, aparte de que
seguimos sin tener una base estable y el vector de movimiento está elevado,
ahora el centro de masas está retrasado ligeramente respecto del de gravedad
del cuerpo por lo que el movimiento se transmite desde los brazos y trata de
continuar. Nos caemos. Probad.
¿Y si mantengo las líneas una sobre la otra (erguido
y vertical) pero sitúo un pie ligeramente retrasado respecto del otro? Hablo de
colocar los pies como en el esquema marcado con el 1 del “collage”, pero erguido como en el segundo intento. Viene nuestro
amable ayudante y presiona en las manos y… Me desplazo hacia atrás un poco pero
casi no pierdo el equilibrio, me mantengo casi sin esfuerzo. Probad.
Siguen coincidiendo centro de masa y de gravedad,
como en el segundo ejemplo, pero esa separación en lateralidad y en profundidad
de nuestros pies nos crean ya una base más estable y por eso no llegamos a
perder totalmente el equilibrio. Probad otra vez.
Mantenemos los pies así de separados lateralmente y
en profundidad (esquema 1). Lo que vamos a cambiar ahora es la postura del
tronco, sin esfuerzo para hacerlo y sin requerir esfuerzo para mantenernos en
ella. Ahora inclinamos ligeramente el torso hacia delante como estoy en la
imagen, adelantando la línea amarilla (hombros) sobre la línea roja (caderas).
La sensación que se percibe es la de traspaso del
peso corporal a los metatarsos, la base de los dedos de los pies (imagen
inferior derecha del “collage”, zona
coloreada en rojo); sentimos como si los dedos de los pies quisieran “agarrar”
el suelo a través del calzado. Pasamos de notar el peso del cuerpo reposando en
los talones a notarlo en la base de los dedos.
¿Y si ahora ese ayudante presiona en las manos de
los brazos extendidos? ¡Sorpresa! Siento la fuerza que me empuja, pero cuando
esa fuerza cesa recupero automáticamente la posición inicial: reposo, no hay
movimiento. Probad. Probad otra vez… Y otra vez.
¿Qué ha ocurrido? Pues que el centro de masa se ha
adelantado un poco al de gravedad. El vector de fuerza (que viene por los
brazos) mueve como siempre ese centro de masa pero se contrapone nuestro centro
de gravedad con lo que el movimiento se compensa en parte. Y encima, al estar
ese centro adelantado, nos lleva a la posición inicial. Probad, por favor.
Probad.
¿Y si no estoy empleando una pistola? Pasamos a un
fusil de asalto, algo en calibres 5’56 ó 7’62 que es lo normal. Recordemos lo
de… “lo ideal es disponer de modos
extrapolables de un arma a otra y si no es así, que sean compatibles con varias
armas”. Lo único que voy a variar de la postura que hemos descubierto para
la pistola (nuestra plataforma de tiro) es que voy a retrasar un poco más el
pie que ya había situado más atrás: estamos en la segunda imagen del esquema
del “collage”, marcada con el número
2.
De forma casi automática e inconsciente, nuestro
torso se va a inclinar hacia delante un poco más de modo que vamos a añadir un
poco más de masa corporal a la plataforma de tiro aprendida. Si el ayudante
vuelve a la carga, la recuperación de la posición inicial es más rápida aún.
Probad. Es más, que si empuja con más gallardía seguimos recuperando la
posición inicial sin apenas pérdida de equilibrio. Probad, insisto.
¿Y si el arma es una escopeta? La escopeta presenta,
fundamentalmente, un problema en su uso y no es otro que el retroceso que
ocasionan las municiones que se emplean en ella con fines defensivos: postas y
balas. Este tipo de munición generan unas fuerzas considerables que ocasionarán
grandes movimientos en los disparos con la consiguiente pérdida de precisión,
estabilidad, velocidad entre disparos, etc., a menos que se haya adoptado una posición
estable y equilibrada.
Nos vamos al esquema número 3, retrasamos aún más la
posición del pie trasero; por consiguiente el torso se vuelve a adelantar el
sólo. Si el ayudante empuja con más salero… pues que recuperamos la posició sin
apenas movernos y sin pérdidas de equilibrio considerables.
Como vemos, la
postura corporal que adoptamos permite crear una base para el tiro que absorbe
las fuerzas del retroceso y las disipa. Si lo hemos hecho bien. Y hemos
visto que solamente necesitamos variar la posición de un pie, no he dicho nada
del resto del cuerpo.
Un apunte más sobre lo expuesto hasta ahora antes de
seguir: es importante recordar que esto es la plataforma de tiro ideal, la que
nos es más favorable porque con ella nos aseguramos ser efectivos. Al iniciarse
un enfrentamiento difícilmente vamos a ser capaces de hacerlo desde esta
plataforma, en un porcentaje muy elevado de las ocasiones los ataques son
sorpresivos por lo que no vamos a poder reaccionar desde esta plataforma. Lo
que sí debemos tratar de hacer es reconducirnos a ella durante el
enfrentamiento (si la situación lo permite) ya que es la más ventajosa para
nosotros.
¿Qué va a ocurrir con el resto del cuerpo? Hay que
ser muy flexible con la morfología corporal de cada uno, ya que lo que uno
puede hacer sin esfuerzo quizás otros no. La recomendación es la de situarse
cuanto más enfrentado al agresor sea posible, si bien a lo mejor no puede ser
desde el inicio pero debe ser el objetivo. Hay tres motivos:
- Situado ligeramente lateral lo que establezco es un punto de giro en las caderas y puede ocurrir que a cada disparo mi cuerpo rote lateralmente. Eso implica una corrección más a hacer para dar al agresor.
- Situado de frente la cantidad de masa corporal añadida al centro de gravedad es más homogénea que si estoy lateral. Eso afecta al equilibrio y a lo que va a costar mantenerlo.
- Cuestión de protección corporal. Llevo mis medios de protección en el pecho, no en los lados. Lo que da en el frente puedo llegar a pararlo y a lo mejor hasta sobrevivo, pero si se cuela por el lado…
Finalizamos adelantando algo sobre la nota en la que
hablaré de cómo situar los brazos: particularmente prefiero llevar el brazo de
apoyo ligeramente extendido o ligeramente flexionado (como se quiera
interpretar) en lugar de extendido totalmente o prácticamente plegado. Y el
brazo principal pues lo más plegado y pegado al cuerpo posible para crear un
punto de apoyo sólido para la culata del arma.
La culata veremos en esa nota futura que prefiero
llevarla en la vertical del “pezoncillo”,
de ese modo el músculo pectoral se convierte en acolchado receptor del
retroceso. Y además está en una zona más bien central (verticalmente hablando)
del cuerpo, con lo que la posibilidad de que aparezca el temido punto de giro
se reduce. Y también, como llevo el brazo principal plegado y pegado al
costado, creo ese punto de apoyo que mantiene un arma larga en su sitio.
Ah, por cierto. Que no valen excusas de “es que estoy gordito”, “es que llevo chaleco”, “es que soy una mujer”,… “y es que no puedo ponerme así”. Conozco
y puedo poner como ejemplo a mujeres y hombres con los que trabajo o he
coincidido en cursos que podrían cumplir con cualquiera de esas excusas y más y
no lo hacen. Sólo hay una respuesta: entrena.
Un saludo.
Arturo Mariscal Rubial.
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Gracias por dedicar unos momentos de tu tiempo a opinar. Haz que merezca la pena y siempre desde el respeto. Un saludo. Arturo Mariscal Rubial.