Sobre el brazo hiperextendido
“Artículo publicado originalmente el 04/06/2020”
En una nota anterior había mencionado de pasada el
tema del brazo de apoyo en posición extendida (o hiperextendida) en la sujeción
de armas largas y lo cierto es que, aunque es algo que ya han tratado varios
instructores y autores nacionales y extranjeros, me voy a atrever a aportar mi
punto de vista personal ya que es otra de las cosas que me preguntan
habitualmente.
Como ya he dicho en algunas ocasiones una de las
cosas buenas que tenía mi trabajo y las funciones que durante varios años
desempeñé en el, es que me permitieron acceder a una formación que luego he
tenido la suerte de poder ir ampliando, comprobando, a veces mejorando, otras
desechando, etc. Esto quiere decir que después de que me hayan explicado las
mismas cosas o una en concreto de varias formas, al final uno acaba por probar
y se forma su propia teoría que lleva a la práctica y confirma si le vale o no.
Con esto del brazo pasó lo mismo: verlo en internet, verlo en la formación,
probarlo, y… elegir estilo propio.
Reconozco que había visto centenares de fotos de
instructores y tiradores estadounidenses empleando una posición de brazo de
apoyo hiperextendida si bien nunca la había empleado. En una formación recibida
en un curso en el “NATO Maritime
Interdition Operational Training Center-NMIOTC” de Souda (Grecia), un
estadounidense del USMC de la Tenesee más profunda que empleaba un inglés
ininteligible y un griego con un inglés casi compatible con el mío usaron largo
rato en explicar al conjunto de concurrentes las bondades del sistema del brazo
extendido o hiperextendido (usaré este último término puesto que es lo que más
se ve).
Normalmente he empezado mis notas con alguna
explicación teórica sobre el tema en cuestión, pero esta vez voy a decir
directamente cómo lo hago yo y luego doy motivos y demás explicaciones técnicas
o teóricas. Creo que se me entenderá mejor así.
Empezamos diciendo que, salvo tragedias traumáticas
o defectos de nacimiento, todos (y todas) tenemos dos brazos; este detalle no
aporta nada nuevo, ya lo sé. Yo me voy a referir a ellos como “brazo de apoyo” y “brazo principal”, siendo este último el poseedor de la mano que
empuña el arma y que tiene como única misión presionar el disparador. Podríamos
añadir que este brazo en sí también es clave en el empuñamiento porque es el
encargado de mantener la culata del arma en la posición que ya veremos en otra
nota: en la vertical del pezoncillo.
El brazo de apoyo (el que no empuña) es para mí el
más importante de los dos ya que tiene las siguientes misiones en el
empuñamiento de un arma larga:
-Soporta
hasta más del 75% del peso del fusil (dependiendo del tamaño de este). Detalle
importante que saldrá a colación más adelante.
-Realiza
la elevación de la boca de fuego del arma y la dirige hacia la zona donde está
la amenaza. Otro detalle importante que retomaremos más adelante.
-Si la
mano de ese brazo está situada en una posición adelantada, ayuda a reducir la
elevación ocasionada por el retroceso del disparo porque añade peso al extremo
del cañón. Ojo que no hablo de disipar o mitigar el retroceso, que eso ya corre
a cargo del apoyo de la culata en el cuerpo y de la posición corporal en sí.
Igualmente es un punto que recuperaremos más adelante.
-Relacionado
con esto mismo, si se realiza una ligera tracción hacia atrás del arma se ayuda
a mantener el arma apoyada con firmeza en el cuerpo.
-Influye
en un porcentaje muy elevado en los desplazamientos laterales de la boca de
fuego al cambiar de amenaza, o al buscar y evaluar el entorno. El resto de ese
porcentaje corre a cargo del cuerpo (caderas, rodillas, etc.).
Y, aparte, como brazo (y mano) de apoyo ajeno al
empuñamiento va a ser el encargado de realizar recargas, solventar
interrupciones, abrir puertas, apartar objetos (o personas), pulsar el equipo
de radio, hacer señas a los compañeros, contrarresta las vibraciones
ocasionadas en los desplazamientos, etc. Así que nunca le llaméis “mano débil”
El asunto: ¿cómo lo hago YO y cómo recomiendo YO
hacerlo?
Partimos del hecho de que tengo el tamaño de un
español estándar (cabreado, moreno y “resalao”)
de mi generación, o sea 173 cm de altura que se traducen en unos brazos de 60
cm desde el centro de la palma de la mano a la axila; 30 cm de antebrazo y
otros tantos hasta la axila. Quiero decir que ni soy especialmente grande ni
demasiado pequeño. “Normalillo del montón”.
Yo puedo colocar mi brazo de apoyo de tres
posiciones diferentes, angularmente hablando y teniendo en cuenta que el ángulo
indicado es el que se formaría entre el antebrazo y el brazo, para que el
lector pueda hacerse una idea: extendido o hiperextendido (estamos en los 180º
casi), intermedio (podrían ser los 120º) y reducido (los 90º). Y de todas vamos
a hablar.
Es importante tener presente que la posición
corporal más recomendada en el tiro (la ideal, en la realidad todo cambia) es
una en la que se esté sensiblemente enfrentado a la amenaza. Este es un tema
que también da para hablar y que influye notablemente en la extensión y
posición final del brazo de apoyo ya que no es lo mismo ir a cuerpo de rey con
una camiseta que ir provisto de un chaleco portaplacas con sus bolsillos de
cargadores, etc.
YO elijo una posición de extensión intermedia como
podéis ver en las imágenes adjuntas, de las cuales destaco que son dinámicas
(no son un posado para foto “molona“);
son imágenes en ejercicios. Lo quiero destacar porque en un posado tenemos la
imagen perfecta pero cuando estamos en movimiento la geometría de la posición
varía. Sigo, que me disperso.
Mi brazo de apoyo no está extendido completamente
(más o menos los 120º comentados) como se puede ver. Y si os fijáis, la
posición y forma es sensiblemente la misma en ambas armas aun siendo diferentes
de forma, tamaños, pesos, etc. Yo siempre he pensado, y así lo transmito, que
lo ideal es emplear una posición que me sirva para un arma u otra. Una escopeta
no tiene cargador, por ejemplo. ¿Por qué entonces sujetar la escopeta por el
guardamanos y el fusil de asalto por delante del cargador? ¿Por qué necesito
aprender una forma por cada tipo de arma? Y añado que sujetando así tengo
margen para alargar o acortar el empuñamiento si mi posición corporal durante
el movimiento me obliga a hacerlo.
Creo que la respuesta a por qué elijo esta posición
y no otra es más correcta darla enfrentando las ventajas y desventajas de cada
una al mismo tiempo. Pero ojo, que el utilizador de las otras tendrá su propia
versión de lo que expongo y estará tan en lo cierto como pueda estar yo. Como
digo siempre, es MI forma de verlo;
no es un dogma.
Pienso que una posición de apoyo intermedia es
flexible y adaptativa y la puedo mantener durante más tiempo llegado el caso ya
que es una posición “natural” (ojo
que está entrecomillado). Lo explico: ante una agresión vamos a procurar
protegernos empleando los brazos, es instintivo protegerse la cabeza o los
costados del cuerpo empleando una posición similar a la guardia de un boxeador
por lo que no empleamos una técnica desconocida. Eso ocurre cuando nos tratan
de golpear, pero también se produce un ligero encogimiento ante un estruendo.
Esa búsqueda de protección se cumple de forma “natural” con una posición reducida o intermedia. Una posición
hiperextendida es “molona” pero no es
natural, es forzada. Porque me obligo a ponerme así.
Al trabajar en esas posiciones (reducida e
intermedia) vamos a emplear un conjunto de músculos equilibrados, músculos que
no están forzados en exceso por lo cual trabajan de forma “natural” (no forzada). Cuando empleamos una posición hiperxtendida
determinados músculos están trabajando en el límite de su extensibilidad, sin
margen. Es cierto que cuanto más al extremo se encuentre la mano de apoyo más
peso estoy añadiendo al extremo del arma para eso que habíamos comentado de la
reelevación, pero siempre no estoy disparando por lo que inculcar a mantener
esa posición es erróneo a mi parecer.
Es obvio que el brazo de apoyo totalmente extendido
va a soportar más peso que si el brazo está recogido o en apoyo medio; es una
cuestión de física elemental (leyes de la palanca). Realmente es el mismo peso
pero no es lo mismo soportarlo con un brazo extendido que cerca del cuerpo. Una
prueba sencilla es coger un kilo de arroz y hacer la prueba con diferentes
extensiones: pasados 5 minutos, ¿cómo cuesta aguantarlo más?
¿Qué ocurre si además mi arma lleva montada una
linterna, un sistema láser de puntería, etc.?; cualquier elemento en definitiva
que le añada peso al extremo. Mi musculatura hiperextendida se ve obligada a
esforzarse aún más para compensar ese peso añadido.
Si se soporta más peso al final ocurre que al
emplear los músculos en tensión extra durante cierto tiempo se produce un
cansancio muscular que se traduce en agotamiento de los músculos. Al final
acaban por aparecer temblores y la boca de fuego del arma empieza a oscilar
dificultando la puntería. Añadamos que estamos en movimiento… más dificultad
aún para vencer las vibraciones del paso y realizar la puntería. ¿Vemos cómo al
final aparecía el detalle de soportar el peso del arma?
Si el agotamiento muscular se dilata en el tiempo
(limpiamos una casa en CQB, por ejemplo) se produce un agarrotamiento que
ralentiza movimientos sencillos como los que vamos a necesitar para cambiar un
simple cargador, por ejemplo. Pensemos que esta acción, que para nosotros
parece algo automático, realmente no lo es porque implica una serie de órdenes
del cerebro a músculos que están agarrotados por una posición forzada; va a
haber un retardo en la respuesta y una demora en la realización.
Vemos que las posiciones de apoyo intermedias o
reducidas son más fáciles de mantener en el tiempo porque generan menos
tensiones y cansancio, y emplean la fuerza justa para darle estabilidad al
arma.
Otro de los cometidos que tiene el brazo de apoyo es
colaborar en el control del retroceso del disparo al reducir la elevación del
arma. La otra parte de esta ecuación es la ayuda a mantener la posición de la
culata en el cuerpo al tirar ligeramente del arma hacia atrás, para afianzarla contra
el. Esto sólo lo voy a poder hacer más eficientemente en posiciones de apoyo
intermedias o hiperextendidas ya que una posición reducida tiene el brazo de
apoyo cerca del cuerpo y no permite hacer la misma fuerza que si el brazo se
encuentra más extendido.
En detrimento de una sujeción reducida, también
podemos añadir que al estar las dos manos (apoyo y principal) muy juntas pueden
crear un punto de giro vertical que llega a generar desplazamientos laterales
en los disparos. Eso obliga a corregir de por más la puntería o la orientación
hacia la amenaza.
El punto positivo de una posición recogida es la
cercanía de ambas manos a la mayoría de botones, palancas y elementos de
importancia en el arma: retenidas de cargadores, seguros, botones de visores,
etc. Con lo que el acceso a ellos es más rápido que en los otros dos apoyos.
Bien. Ya he dado motivos por los cuales YO elijo una sujeción de la mano de apoyo
intermedia. Ahora, ¿cómo agarrar el guardamanos? Es otra gran pregunta.
Podemos encontrar fotos donde se llega a poner la mano prácticamente encima del
arma, otras donde se sujeta “pinzando”
entre pulgar y resto de dedos (el llamado empuñe en “C”), y otras donde se sujeta como lo hace este humilde servidor en
las imágenes. Y lo puedo explicar de la siguiente manera: ¿cómo agarras un
lapicero y lo usas para señalar?
El lápiz queda entre el índice y el pulgar como una
extensión, el resto de dedos se cierra por debajo. Es algo natural que llevamos
haciendo desde que somos capaces de tener coordinación psicomotora en las manos
para sujetar objetos y realizar acciones con ellos; dicho de otro modo, desde
que somos niños pequeños.
Y lo hago así porque hay un detalle curioso que
realizo desde que era un niño pequeño y mi madre preguntaba ¿dónde está papá?
Siempre levantábamos la mano y señalábamos con el dedo. Y si llevas un lápiz en
la mano y quieres señalar donde está quien sea haces eso mismo: sujetarlo como
he descrito y dirigirlo hacia donde está. Y ocurre que si lo hacemos ahora
mismo (coged un lápiz y probar) y lo dirigimos hacia un punto lejano (un
enchufe, por ejemplo) nos daremos cuenta que está apuntando o muy cerca del
enchufe. Es natural, no hay que aprenderlo; es aprovechar la capacidad natural
para apuntar a algo, solo que ahora llevo un arma unida a mi mano.
Pues si sujeto el guardamanos así y realizo la
elevación de la boca de fuego del arma, esta queda dirigida hacia la amenaza o
situada sobre la amenaza. Ya sólo queda finalizar la puntería.
El resto es estirar el brazo lo justo (intermedio) y
sujetar el arma firme y presionar hacia atrás ligeramente. La gente lo que
suele hacer es agarrarla como si no hubiera un mañana nada más.
Podemos rematar la nota (larga otra vez) hablando
del empleo de puños (“grips”) verticales
o inclinados. Está bien su uso porque facilitan la tracción suave que he
mencionado antes, aunque si se sujetan como si fuera un mango (los verticales,
como el de la foto superior) puede producir un punto de giro vertical que
producirá movimientos más grandes que si sujetase por delante del cargador al
tener las manos más separadas (no puedo hacer tanta fuerza para retener firme
el arma).
Mi consejo es emplear puños inclinados o sujetar el
vertical apoyando la mano en la esquina que forma el puño con el guardamanos,
como hago en esa imagen superior. De ese modo contrarresto ese punto de giro y
puedo hacer la tracción suave que ayuda a fijar el arma en el cuerpo.
Hay que acabar diciendo que, particularmente para MI, un apoyo y sujeción intermedio es
el que mejor se ajusta por flexibilidad y adaptabilidad además de por mera
cuestión biomecánica. Pero ojo que hay que tener muy
presente que, como se ha matizado anteriormente, no es lo mismo trabajar en
camisa que con un chaleco balístico de nivel IV. Y tampoco es lo mismo emplear una
carabina M4 en versión corta o un MP5 que un fusil de asalto FN FAL o una
escopeta Benelli M4 Super 90. Y nos es lo mismo que el usuario sea una persona
germana de casi 2 metros de altura a un latino de 1’7 metros. Lo que vale para
unos puede no valer para otros.
Un saludo.
Arturo Mariscal Rubial.
Comentarios
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Gracias por dedicar unos momentos de tu tiempo a opinar. Haz que merezca la pena y siempre desde el respeto. Un saludo. Arturo Mariscal Rubial.